15 de septiembre del 2008. Venías ese día en tren, un largo trayecto sólo para disfrutar un par de horas de mi compañia. Tan dulce como siempre. Subí en el bus de las 3 salida de San Mateo y recibí un mensaje: "Donde quedamos estoy aqui en un parque raro con una fuente hai una peluqueria se llama feitizos". En ese momento no caí en la cuenta de donde estabas te dije que no tenía ni idea pasado otro instante recibi: "Vale estoy en una plaza grande con una especie de ayuntamiento con un reloj y unos numeros latinos". La plaza de armas. Te indiqué como llegar a En Panes y quedamos allí. 3.15 de la tarde sol resplandeciente, nervios, nudo en la garganta, estómago cerrado, cosquilleos momentaneos. Bajaba la cuesta distraída intentando no pensar en que te iva a decir o como iva a encaminar nuestro encuentro. No advertí tu presencia en la puerta sin embargo inconfundiblemente te vi en el muro de enfrente: pantalones vaqueros, camiseta gris, mochila de volcom, gafas de sol, piercing en un labio, tenías que ser ¡TÚ! Mi sonrisa se iluminó y me acerque a ti; despues de los dos besos de rigor hechamos a andar sin saber bien que decir, como actuar, buscaba tu mirada entre el fondo de esas gafas oscuras. Supe gracias a tu y a mi nerviosismo que encontraría algo en ti especial.
Subimos la famosa cuesta de en panes, llegando al susodicho parquecito de la fuente que no era más que el que está en frente de Ramallo, sabía perfectamente donde era. Nos sentamos allí a descansar y yo a fumarme un pitillo. Momentos incómodos, pero bonitos momentos de mirarse y sonreir de disfrutar de tu compañia. Hablabamos de tonterías, conversaciones de besugos, silencios interminables, cariño, hasta cierto punto AMOR.
Nos volvimos a hechar a andar, caminamos mucho quizás para aliviar el nerviosismo, enfrente del masculino, todo recto, bajando por el santa rita, hasta llegar a aquel parque diminuto que esta en frente de una tienda de ortopedia. Yani ponía en una pared. Me contaste que tenías una ex con aquel nombre que tenía por hobby hacerse la "guarrilla" por donde pasaba (En el fondo, le pegaba el nombre). Allí com más tranquilidad y más soltura hablabamos de todo un poco, de ti, de mi, de lo nuestro, de nada. Me hiciste perseguir a una paloma, intentar coger una hoja de un árbol demasiado alto, intentar saltar un banco, y todo este tipo de chorradas servían para ganar confianza. Momentos de alegría de risa, que se ven cortados por un: "no me diste el abrazo que me prometiste". Me doy la vuelta y te lo doy, un abrazo precioso con sentimiento, largo, tu respiración, la mía, tus latidos, los míos; después de eso vergüenza e intentos de desviar el tema. Silencio estremecedor, miradas que se cruzan, tus ojos contra los míos, un beso. Un beso precioso, suave, tierno.
Momentos de cariño sin fin, de ternura, de jugar a quererse, de atrever a jurarse cosas que nunca se cumplieron, complicidad al máximo que se rompe a las 6.10 de la tarde. Tren de regreso, despedida un tanto incomoda, faltan palabras sobran miradas. Un "quiero quedarme aquí siempre" un lágrima que roza mi cara, un adiós un último beso, y mirar como te alejas. Para siempre.
Lo que ese día empezó y acabo a las pocas semanas. No hay mas historia que contar, No hai más besos, más ternura, no hai nada más. Y aún así no consigo olvidarme de todo eso. Me calaste hondo. No sé ni yo misma hasta que punto.